miércoles, 11 de diciembre de 2013

Primeros Gobiernos Patrios.

Primera Junta


La Primera Junta reunida, fragmento del óleo de Julio Vila y Prades


El 25 de mayo de 1810, después de una semana de intrigas y agitación en la ciudad de Buenos Aires, por votación llevada a cabo en el seno del Cabildo se resolvió la cesación en su cargo del virrey Baltasar de Cisneros y la creación de un gobierno propio en su lugar, designándose los miembros que integrarían aquella Primera Junta.
El primer gobierno patrio, cuyo nombre completo era “Junta Superior Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII”, quedó conformada por Cornelio Saavedra, como Presidente, Mariano Moreno y Juan José Paso, como Secretarios; y Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Manuel Alberti, Miguel de Azcuénaga, Domingo Matheu y Juan Larrea, como Vocales.
Instalada la Junta en el Fuerte de Buenos Aires, que había sido la residencia de los virreyes desde 1776, inmediatamente resolvió exigir obediencia, tomando juramento a los miembros de la Audiencia y del Cabildo de Buenos Aires, para demostrar que en ella residía la autoridad superior sobre los territorios del que fuera el virreinato del Río de la Plata, en resguardo de la soberanía del Rey Fernando VII.

Fuerte de Buenos Aires



La Junta y los pueblos del interior
Con el fin de hacer conocer los acontecimientos ocurridos en Buenos Aires, el 27 de mayo la Junta envió a los pueblos del interior una circular explicando los motivos por los cuales había cesado en sus funciones el virrey, que el pueblo de Buenos Aires había reasumido el mando, nombrando a la Junta ProvisionalGubernativa en su lugar, y exigiendo el reconocimiento de ésta. Además, instaba a las ciudades a nombrar representantes para formar parte del gobierno nacional, los que se irían incorporando a la Junta a medida en que llegaran.
Estas circulares, tan cordiales en su contenido, eran llevadas por una expedición militar que debía imponer los principios de la revolución a cualquier precio. Con esa misión, la Junta envió tres contingentes, una al interior, al Alto Perú y Córdoba, otra al Paraguay y la última a la Banda Oriental, que recogieron resultados dispares.  

Obra de la Junta 
En pocos meses de gobierno la Junta Provisional tomó variadas medidas en ejercicio de su flamante cargo, dictando un reglamento de gobierno que sirviera de marco para su actuación política-administrativa, y equiparando los derechos de los criollos y los peninsulares para desempeñar cargos públicos. 





             

      
En ámbito cultural, creó una Biblioteca pública y fundó, por iniciativa de Mariano  Moreno, un periódico semanal, La Gaceta de Buenos Aires, con la finalidad de publicar todas las acciones de gobierno dela Junta y difundir los ideales de la revolución. Asimismo fomentó la educación primaria y aumentó el sueldo a los maestros.
No faltaron medidas económicas, habilitando nuevos puertos para aumentar y agilizar el comercio exterior, y reprimiendo enérgicamente el contrabando.
Ante los difíciles tiempos que se avizoraban, en defensa del movimiento revolucionario, la Junta se ocupó de reorganizar las milicias cívicas y las transforma en ejércitos regulares, disponiendo además, la creación de la primera fuerza naval.

Política exterior
 La decisión de la Junta de afianzar los principios revolucionarios no solo abarcaba el ámbito interno del ex virreinato del Río de la Plata, pues era necesario lograr el reconocimiento del nuevo gobierno surgido de la revolución por las potencias extranjeras. Para ello se enviaron misiones diplomáticas, a la corte portuguesa instalada en Brasil, debido al interés de la infanta portuguesa Carlota Joaquina de coronarse reina del Río de la Plata, y a Gran Bretaña, para comunicar que el libre comercio sería propugnado por la junta.  

Mariano Moreno
Mariano Moreno
Cornelio Saavedra

Cornelio Saavedra
Tendencias
 En el seno de la Junta surgieron inmediatamente dos tendencias contrapuestas sobre la manera de concebir y llevar adelante la revolución. Ellas fueron las posturas sostenidas por el presidente, Cornelio Saavedra, y uno de los secretarios, Mariano Moreno.
Moreno, de personalidad enérgica y audaz, pretendía la inmediata y absoluta separación de España.  Admiraba profundamente la Revolución Francesa de 1789, era defensor del libre comercio y el centralismo porteño.
Saavedra, tranquilo y reposado, no compartía esas ideas. Consideraba que debía procederse con cautela si se deseaba triunfar en la lucha emancipadora. Sostenía la independencia americana pero sin romper con la tradición  española, por eso sostenía una transición natural que fuera transformando gradualmente las instituciones.


En pocos meses de gobierno la Junta Provisional tomó variadas medidas en ejercicio de su flamante cargo, dictando un reglamento de gobierno que sirviera de marco para su actuación política-administrativa, y equiparando los derechos de los criollos y los peninsulares para desempeñar cargos públicos. 

Junta Grande






Instalada la Primera Junta el 25 de mayo de 1810 en la ciudad de Buenos Aires, al segundo día de funcionamiento, ordenó el envío de una circular a los Cabildos del interior invitándolos a designar un representante para incorporarse al nuevo gobierno nacional.

los  representantes de las ciudades comenzaban a llegar a Buenos Aires 


Hacia diciembre de 1810, la gran mayoría de los diputados provinciales ya habían arribado a la capital para incorporarse a la Junta. Los representantes del interior exigían el cumplimiento del derecho que les asistía a sus ciudades de manejar conjuntamente con Buenos Aires los destinos de la revolución. Sin embargo, tropezaron con la decida oposición de Mariano Moreno y Juan José Paso, los secretarios de la Junta,

Mariano Moreno Secretario de la Junta
originándose la primera gran crisis en el seno del gobierno nacional.

Finalmente, se resolvió por votación de los miembros de la Junta, que los diputados del interior se incorporaran formalmente a la Junta, constituyéndose la denominada Junta Grande. De inmediato Moreno presentó su renuncia.
Uno de los mayores desafíos que enfrentó este nuevo gobierno fue la conspiración permanente contra ella, dentro y fuera de la Junta, por parte de los seguidores de Moreno. Eran jóvenes ilustrados que formaron una agrupación política, la Sociedad Patriótica, que habría de influir en forma decisiva en la marcha de la revolución en los años venideros.
Ciertamente, la Junta grande resultó demasiado numerosa para gobernar con rapidez y eficacia. Con el paso del tiempo se fue desprestigiando y creciendo notablemente el grupo opositor.

Joaquín Campana  
La noche del 5 al 6 de abril de 1811, el conflicto llegó a la calle, cuando  una multitud de poncho y chiripá, integrada por peones rurales, artesanos y gauchaje, decidió en forma pacífica pero decidida dar un golpe de fuerza y expulsar de la Junta a Vieytes, Azcuénaga, Rodríguez Peña y Larrea, los seguidores de Moreno, logrando la incorporación de Feliciano Chiclana y del Doctor Joaquín Campana, este último como secretario. Solicitaban la separación de todos los funcionarios nacidos en España, que se expulsara de Buenos Aires a los europeos que resultaran sospechosos para la causa, y que Manuel Belgrano fuera enjuiciado por su derrota en el Paraguay.
Como resultado de la asonada quedaron enfrentados porteños y provincianos, ya irremediablemente; y los saavedristas debieron asumir toda la responsabilidad del gobierno y la conducción de la guerra.
Las noticias que venían del norte sobre la terrible derrota del ejército en Huaqui, debilitó enormemente la situación de la Junta, a la par que crecían las criticas por su ineptitud e ineficiencia. El peligro que acechaba obligó a Cornelio Saavedra a alejarse de su presidencia para marchar hacia el norte a fin de reorganizar el ejército. El Cabildo aprovecharía estas circunstancias para imponer la creación de un nuevo órgano ejecutivo que devolviera a Buenos Aires el manejo del movimiento revolucionario, en sustitución de la Junta: el Triunvirato.
Entre las medidas adoptadas por la Junta Grande en el lapso de su gobierno se destacan el Reglamento de Juntas provinciales y subordinadas, por el que extiende el funcionamiento de Juntas a las gobernaciones intendencias, instaurando un sistema de voto obligatorio, pero manteniendo la subordinación a la propia Junta de Buenos Aires; y el Reglamento sobre libertad de imprenta que reconoce la libertad de publicación de las ideas políticas, aboliendo los juicios de censura previa.

Triunvirato


 Hacia mediados de 1811, la situación general no se mostraba muy favorable al movimiento revolucionario. La terrible derrota sufrida por el Ejército patriota en la batalla de Huaqui, posibilitó un avance español sobre los territorios del noreste.

La Banda Oriental se encontraba sitiada por el ejército porteño, pero el Virrey, Francisco de Elío, que residiía en Montevideo, había respondido el asedio con el bloqueo del puerto de Buenos Aires. 


 Buenos Aires: la Recova, Plaza de la Victoria y el Cabildo
En la ciudad Buenos Aires, los graves peligros que acechaban a las Provincias del Río de la plata, debido a los fracasos militares, fueron utilizados por el Cabildo para promover una campaña de desprestigio contra de la Junta Grande y sobre todo de su presidente, Cornelio Saavedra. Este clima fue aprovechado por el Cabildo para establecer un nuevo órgano ejecutivo, el Triunvirato, en sustitución de la Junta. Con este cambio institucional, Buenos Aires se aseguraba para sí las riendas de la revolución.
Primer Triunvirato
El 23 de septiembre de 1811, el Cabildo erigió un Triunvirato y designó como integrantes a Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso. En carácter se Secretarios fueron elegidos José Julián Pérez, Bernardino Rivadavia y Vicente López y Planes.
La Junta Grande quedó transformada en el órgano legislativo de la nueva administración, con el titulo de “Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII”, en representación directa del pueblo de las provincias, dictando leyes que el Triunvirato debía aplicar.

Bernardino Rivadavia   
Las buenas relaciones entre estos dos organismos no duraron más que un mes y la ruptura de tan forzada convivencia llegó cuando la Junta Conservadora, a través del dictado del Reglamento Orgánico pretendió subordinar al Triunvirato bajo su autoridad. El Triunvirato no estaba dispuesto a aceptar el reglamento y sometió la aprobación del mismo al Cabildo, como si una institución local estuviera facultada para revisar las leyes dictadas por un órgano de carácter nacional como era la Junta Conservadora. No obstante ello, el Cabildo lo declaró “nulo”.
Días después, el Triunvirato disolvió la Junta Conservadora e hizo evidente el espíritu centralista que dominaba en el mismo, y principalmente en su secretario Rivadavia, autor del decreto que establecía su disolución cuando afirmó que sólo la“tolerancia de la Capital les había permitido gobernar hasta entonces, pero ahora el Pueblo de la Capital reclamaba la reintegración de los derechos que le pertenecían”.
En ausencia de un poder legislativo, el Triunvirato se autorizó a sí mismo para dictar todas las medidas que creyera necesarias sin más límite que su propia prudencia, dictando el denominado “Estatuto Provisional de Gobierno Superior de las Provincias Unidas del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII”. Toda una novedad ya que ninguna institución había detentado tanto poder en el Río de la Plata, ni aún las españolas.

motín de las trenzas
El autoritarismo del Triunvirato quedó aún más patente con la respuesta desmedida ante el “motín de las trenzas” producido en el cuartel de los Patricios. Este cuerpo militar se sublevó contra su nuevo jefe, el General Manuel Belgrano, quien ordenó el corte de la trenza, de allí su nombre, que era un elemento distintivo del soldado patricio. Esta sublevación encerraba otra intención, el nombramiento de Belgrano como Jefe del Regimiento en reemplazo de Saavedra, no solo porque aquél se encontraba desacreditado después de su fracaso en la Campaña al Paraguay sino porque los Patricios advirtieron en esto una maniobra del Triunvirato contra su antiguo jefe. La sublevación fue brutalmente sofocada y sus cabecillas ejecutados.
Como derivación de este suceso, el Triunvirato expulsó de Buenos Aires a los diputados del interior bajo la acusación de enemigos de la patria por haber instigado contra el gobierno y también, suprimió las Juntas Provinciales que administraban las provincias y las reemplazó por funcionarios nombrados desde Buenos Aires.
Además de los hechos mencionados, el Primer Triunvirato dictó un decreto sobre libertad de imprenta que sustituía al dictado por la Junta Grande por uno de igual contenido. Establecía la libertad de publicar las ideas sin censura previa, el castigo que se impondría en caso de ofender la dignidad de la persona, a los principios de la religión católica o al Estado. También legisló sobre la libertad individual, estableciendo el principio de proceso previo y justo para condenar en juicio penal.
Este Triunvirato reorganizó el sistema judicial, creando una Cámara de Apelaciones en reemplazo de la antigua institución hispánica de la Audiencia, que hasta ese momento había sido integrada por oidores criollos nombrados por los órganos ejecutivos que desde el movimiento revolucionario del 25 de mayo de 1810 se habían sucedido en el gobierno del Río de la Plata.
Segundo Triunvirato

San Martín se embarca hacia Buenos Aires


A principios de marzo de 1812 arribaron a Buenos Aires José de San Martín y Carlos María de Alvear.
Estos jóvenes criollos que habían hecho sus primeras armas en España fundaron, entre otros, una sociedad secreta que se llamó Logia Lautaro. Esta logia poseía dos objetivos fundamentales: la emancipación de América y la implantación de un sistema republicano. Ellos tenían la convicción, y en especial San Martín -con su acción lo demostró años más tarde- que la independencia requería de un plan continental, para lo cual primero era necesario terminar con los conflictos internos promoviendo entendimientos que permitieran una mejor relación con las provincias y el establecimiento de instituciones políticas que superaran el desorden imperante.
 Ante los magníficos antecedentes militares que poseía San Martín, el Primer Triunvirato le encargó la formación de un cuerpo especial de caballería que se dispondría para las luchas de la independencia. Así nacieron los Granaderos a caballo.

victoria del Gral. Manuel Belgrano

en la Batalla de Tucumán 

 
Hacia fines de septiembre de 1812 la situación política en el Río de la Plata había aumentado su gravedad y los triunviros fueron responsabilizados por este descalabro, acrecentado aún más su desprestigio y su fama de déspotas luego de hacer disuelto la Junta Conservadora y expulsado a los hombres de las provincias.
Finalmente, la suerte del nuevo gobierno sería sellada por la campaña al Alto Perú, porque la victoria obtenida por Belgrano en la batalla de Tucumán —actuando en desobediencia de las órdenes impartidas desde Buenos Aires— dejó al descubierto la incapacidad del Triunvirato para dirigir la guerra y un estallido popular pone fin a su mandato.
En la mañana del 8 de octubre de 1812 los Granaderos de San Martín, apoyados por los jóvenes de la Sociedad Patriótica, liderados por Bernardo de Monteagudo, exigieron al Cabildo la destitución del Triunvirato y el llamado a una Asamblea General.
El Cabildo cedió ante las exigencias de los revolucionarios y nombró un nuevo Triunvirato compuesto por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte.
Este nuevo Triunvirato reestableció las relaciones con las provincias y promovió la instalación de la postergada Asamblea donde todos los pueblos habían formado el virreinato se reunieran para decidir el futuro de la Nación naciente. El interior del país recibió con entusiasmo la convocatoria a una Asamblea General Constituyente, que finalmente se reunió; iniciando sus sesiones un 31 de enero de 1813.
Directorio
El año 1814 se inició con pronósticos pesimistas para el movimiento revolucionario iniciado en 1810. El optimismo que había alentado inicialmente la convocatoria de la Asamblea en 1813 cedió ante el temor del avance de los españoles sobre el territorio del Río de la Plata.
Por un lado, las derrotas de los ejércitos patrios en Vilcapagio y Ayohuma dejó desprotegido el Alto Perú, bajo constante acecho de los realistas desde Lima. Sólo las montoneras de Martín Miguel de Güemes detenían parcialmente el avance español.
En Europa, Napoleón había acabado  
Asamblea del Año XIII
Asamblea General Constituyente de 1813
trágicamente su campaña en Rusia y el rey español Fernando VII retornaba a su trono y se disponía a recuperar sus dominios americanos.
Ante tales perspectivas, que anunciaban tiempos aun más difíciles, la Asamblea General Constituyente del año XIII resolvió concentrar el poder en una sola persona que llevaría el título de Director Supremo de las Provincias Unidas, con el objeto de darle agilidad y mayor ejecutividad a las decisiones políticas y administrativas que debían tomarse ante las compleja situación que atravesaba el Río de la Plata.
El director se desempeñaba dos años en sus funciones, en las que era acompañado por dos secretarios y un Consejo de Estado, que lo asesoraría sobre todo en materia de política internacional.
Director Supremo Carlos María de Alvear
El primer Director Supremo fue Don Gervasio Antonio Posadas, que renunciaría antes de terminar su mandato, asumiendo el mando su sobrino Carlos María de Alvear. 
La creación del Directorio inauguró la tradición de los poderes ejecutivos unipersonales en nuestra historia institucional, pero lamentablemente fracasó al emprender una política centralista y hegemónica sobre todo el territorio de las Provincias Unidas, pues dedicada a aplastar todo reclamo localista por parte de las provincias, fue llevando al país a sangrientas luchas fraticidas.  

Al tiempo que crecía el desprestigio del Director Supremo al conocerse las gestiones que había encargado ante distintas monarquías para coronar en estas tierras a un príncipe extranjero, se afirmaban en el interior las ideas que del federalismo y las autonomías provinciales como exigencias irrenunciables ante el avasallamiento de las pretensiones del centralismo porteño.

Aquella errática política dictatorial encontró su fin en 1820, cuando en la batalla librada en Cepeda, las fuerzas de las provincias de Santa Fe y Entre Ríos lograron derrotar las milicias que obedecían al Director José Rondeau.





Fueron siete los Directores Supremos designados entre los años 1814 y 1820:

·          Gervasio Antonio Posadas (22 de enero de 1814 - 9 de enero de 1815)
·          Carlos María de Alvear (10 de enero de 1815 - 15 de abril de 1815)
·          José Rondeau (no asumió)
·          Ignacio Alvarez Thomas (20 de abril 1815 - 16 de abril de 1816)
·          Antonio Gónzalez Balcarce (16 de abril de 1816 - 3 de mayo de 1816)
·          Juan Martín de Pueyrredón (3 de mayo de 1816 - 11 de junio de 1819)
·          José Rondeau ( 11 de junio de 1819 -1 de febrero 1820)



Desde el inicio de la vida independiente los incesantes cambios de gobiernos
dejaron al descubierto las pujas entre opuestas tendencias organizativas
  



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